Carta de una seguidora de estas páginas sobre el suicidio de su amigo.
Buenas tardes, escribo este mensaje para todas aquellas personas que tienen en mente el suicidio como opción, como una salida a sus problemas, o quizás para acortar su sufrimiento o el de sus allegados ante una enfermedad que los lleva hacia el final de sus vidas. Para todas las personas decepcionadas por la vida y que no quieren seguir. Todos deberíamos conocer la situación de los suicidas post mortem; lo que viven después de acabar con sus vidas materiales, y las consecuencias que el suicidio les comportará en su futuro, porque, si, hay un futuro. La muerte física no es más que un cambio de estado. La muerte en realidad no existe. Los problemas y los sufrimientos no acaban con el suicidio, persisten y se multiplican. Antes de decidir poner voluntariamente fin a sus vidas físicas, deberían tener conocimiento de causa; buscar el conocimiento para saber lo que viene después. Estoy segura de que, si los suicidas conociesen la realidad del suicidio, el número de ellos descendería notablemente. Pero el suicidio no sólo afecta a aquél que comete el acto. Los familiares y amigos ven cambiadas sus vidas a causa del suicida, porque nuestras vidas están entrelazadas unas con otras, y cualquier imprevisto, más un suicidio, cambia el rumbo de todas ellas. Todo lo que debería ocurrir entre el suicida, directa o indirectamente, y ellas, ya no ocurrirá; y algunas de esas cosas seguramente eran decisivas para las vidas de los que quedan aquí. Y esto ocurre notablemente para un cónyuge, unos hijos, unos padres, unos hermanos que pierden de esta manera antinatural, y prematuramente un esposo o esposa, un padre/madre, un hijo, un hermano... pero también para los demás. Amigos, compañeros... Las personas allegadas al suicida no sólo sufren la pérdida de un ser querido, agravada por el tipo de muerte; se sienten culpables por no haber podido impedir la huida del ser querido, lo que aumenta su sufrimiento, trastoca su vida y puede desencadenar una depresión y tendencias suicidas para autocastigarse, o por no soportar la pérdida, incluso con la errónea idea de que se van a reunir con el ser querido que se fue. Hace muy pocos días perdí un amigo; se suicidó. Durante años todos, padres y amigos, intentamos ayudarlo de todas las formas posibles. Psicólogos, psiquiatras, medicaciones, ingresos hospitalarios en psiquiatría... lamentablemente tenía trastornos psicológicos que le impedían ver con claridad la situación, para él no había más que el color negro en su futuro y no daba opción a más. Se auto convencía de que para él no había futuro. Los enemigos espirituales han sido también decisivos; con sus pensamientos negativos, lejos de alejarlos de él, los atraía. Esto se agravó hace 2 años y 3 meses al desencarnar su padre. Se quedó solo con su madre, y últimamente le atormentaba la idea de que su ella desencarnara también, y de encontrarse solo. Intenté que tomase la decisión de aprender a cocinar, de que aprendiese a llevar una casa, su casa. A no depender de los demás... pero todo le parecía una tarea descomunal; el sólo hecho de poner una lavadora era una tarea imposible. Nunca quiso tomar las riendas de su vida, y ahora ya se veía incapaz de hacerlo a pesar de ser una persona adulta. Le expliqué un millón de veces las consecuencias del suicidio desde todos los puntos de vista, incluso lo llevé a dos conferencias, una específicamente sobre el suicidio desde el punto de vista espiritual. Pero creo que no entendió nada, por desgracia. La otra conferencia con Divaldo Franco, que enfocó y adaptó la conferencia en base a la situación de mi amigo, puesto en antecedentes. Divaldo Franco y él hablaron incluso en privado después de la conferencia, y le dio unos consejos e indicaciones a seguir, que no siguió... Nada sirvió con él, decía que quería ayuda, la pedía, se le daba, pero se negaba a hacer ningún esfuerzo que no fuese tomarse una pastilla, y ni eso hacía, su madre le ponía las pastillas en la boca muchas veces. Ahora hay una madre sola, inconsolable, destrozada por el dolor de la pérdida de su único hijo que ni siquiera se atreve a entrar en su casa porque revive el dolor del suicidio de su amadísimo hijo, está acogida en cada de una buena amiga. No sabemos si ésta mujer va a poder superar lo sucedido después de tantos años de lucha, de sufrimiento... se siente culpable, vacía... "tanto esfuerzo para nada" dice... Yo como amiga me siento triste, muy triste. Tantas horas dedicadas a él en estos años, y no se dejó nunca ayudar. Y ésa es la clave, la ayuda. No basta sólo con pedirla, hay que aceptarla sin poner pegas. No hay métodos ni pastillas mágicas; ayudan, pero salir del pozo oscuro pasa por el esfuerzo personal, por la paciencia, la fe... caer hasta el fondo no sucedió en un día ¿no? Pues salir de él, tampoco, es progresivo. Y algo que es imprescindible: el AMOR, así, en mayúsculas. Quererse uno mismo y amar a los demás. Si no queréis pensar en vosotros mismos, si os da igual lo que os pase después del suicidio. Si no creéis en la inmortalidad del alma y pensáis que todo se acaba con la muerte física... aun así, practicad el amor, no seáis egoístas, pensad en el sufrimiento que ocasionareis en vuestras familias, amigos, compañeros... si huis de la vida saliendo trágicamente por la puerta falsa. Por favor. Pedid ayuda, pero no sólo con la boca, pedidla con el corazón y con la decisión de hacer el esfuerzo que merecen vuestros padres, hermanos, hijos, cónyuges... todas aquellas personas que os aman y no veis con vuestra mente en tinieblas, y que dejaríais aquí sumidas en la desesperación... hacedlo por ellos si no sois capaces de hacerlo por vosotros mismos. Ellos no merecen el daño que vais a causarles con vuestro suicidio, un daño irremediable. No hagáis como mi amigo, os lo pido con el corazón en nombre de todos aquellos que estamos sufriendo por la pérdida y el vacío que nos ha dejado un ser querido que se ha suicidado. Os mando mi amor con este mensaje.